Ceder al regateo o intercambio, padecer de mercaderes en tiempo de chile en nogada

Foto: Laura Espíndola

Los colores verde, blanco y rojo representan más que el símbolo nacional, son parte de la gama tonal de la gastronomía mexicana. Una ilustración en el menú es el chile en nogada, su origen data del siglo XIX; 200 años después, la tradición se instala en un contexto diferente, en medio de una pandemia sanitaria.

A las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl está la comunidad de Santiago Xalitzintla, lugar donde vive Raúl Quijano, productor y comerciante de pera de leche, manzana panochera, nuez de castilla, granada, durazno criollo y chile poblano, ingredientes principales para la preparación del platillo.

Raúl es uno de los tantos pequeños comerciantes del mercado de Cholula. Todos los días hace un viaje de más de una hora desde su casa a la comunidad cholulteca. En su espacio establecido por el mercado, coloca su tapete, y sobre él, fruta apilada en pequeñas pirámides.

Sentado sobre un balde de pintura vacío espera a los compradores, su estancia es larga, los clientes son pocos por el confinamiento.

En junio, varios productores como Raúl esperaban recuperar ingresos por las nulas ventas desde finales de marzo, la realidad, dice, es: “batallo todos los días para apenas vender 2 cubetitas de manzana o durazno. En años pasados ya hubiera acabado, van a dar las cinco de la tarde y aún no he vendido lo suficiente para valer el día”.

El municipio de Cholula es de los más fieles en preservar tradiciones, los habitantes mantienen vigentes costumbres de siglos. Prácticas como el trueque –intercambio de bienes y servicios- tratan de solventar a algunos en medio de la crisis económica.

“Cuando no sale la venta, antes de irme a mi pueblo cambio algo de mi fruta por un kilo de tortillas, arroz cocido, o cualquier alimento que me ayude a solventar mis gastos y los de mi familia; y hacer que el viaje hasta acá valga la pena.”, platica el comerciante en entrevista para El Semanario Gráfico.

“Las personas nos abaratan el producto y nos exigen mejores precios que la competencia; es cierto que estos casos son de siempre, pero, con la contingencia la práctica es más común”, comparte Alejandra.

La empatía de los compradores es inexistente, la mayoría, algunos aseguran, buscan sacar provecho con el regateo. Alejandra confiesa que no existen apoyos económicos a los pequeños productores de fruta por parte del gobierno, estos patrocinios son solo para los que trabajan con maíz y legumbres, y a los que obran por hectáreas.

El lado del comercio establecido

Dentro del mercado la situación no es diferente, algunos locatarios esperan que el chile poblano suba de precio, necesario para compensar la compra a productores y obtener una ganancia mínima.

“Ya tenía pensado comprar cierta cantidad de producto para la época de chiles en nogada, sin embargo, tendré que volver hacer cuentas dentro de dos semanas para saber si podré costearme comprar ese producto o disminuir la cantidad, y salir tablas.”, dijo Fernando, comerciante del mercado de Cholula.

Este panorama de la cadena económica del platillo poblano, tan solo es a nivel de productores y comerciantes, habrá que esperar un par de semanas, cuando sea la temporada más fuerte del chile en nogada, para ver que panorama pinta para los restauranteros, que sigue padeciendo al semáforo rojo de la contingencia.

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