
Luego de cinco meses de confinamiento, la lucha libre se convirtió en el primer evento en México que permitió acceso a público en un espacio cerrado. Siguiendo estrictas medidas de sanidad y con un límite de aforo de 720 personas.
El espectáculo tuvo como lugar en la Arena Naucalpan en el Estado de México, localidad que actualmente registra el color naranja del semáforo epidemiológico implementado por la Secretaría de Salud federal.
La organización corrió a cargo de la empresa mexicana Grupo Internacional de la Revolución (IWRG), exponente del pancracio independiente en el centro del país. Los lugares fueron designados en parejas y con una separación de metro y medio entre los puntos.
Del cuadrilátero a la primera fila del inmueble hubo una distancia de 2 metros para evitar que la saliva o sudor de los luchadores cayera en algún aficionado. Entre cada lucha, personal de limpieza sanitizó el área y limpió cuerdas y esquinas.
La medida, según fuentes locales, espera replicarse en el resto de arenas situadas en Edomex, con el objetivo de ayudar económicamente a los deportistas que en su mayoría no cuentan con un seguro social y solo generan ingresos por este medio.
Por su parte, las consideradas dos empresas grandes de lucha en México, Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) y la Triple A, organizan su regreso con la organización de nuevos formatos. En el caso del CMLL las funciones serán transmitidas por el sistema de Pago Por Evento (PPE) en streaming; Triple A planea luchas en una locación abierta tipo autocinema.
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